El Bulli: Cooking in Progress
(Alemania, 2011).
Dirección: Gereon Wetzel.
Documental con Ferran Adriá, Oriol Castro, Eduard Xatruch, Eugeni de Diego,
Aitor Lozano.
Guión: Gereon Wetzel, Anna Gnesti Rosell
Música original: Stephan Diethelm.
Fotografía: Josef Mayerhofer.
Montaje: Anja Pohl.
Idiomas: Catalán, francés, inglés.
Duración: 108 minutos.
En ebullición
Documentales como Los espigadores y la espigadora
(Agnès Varda, 2000) nos han hablado de la
paradójica relación que el ser humano mantiene con los alimentos. En las
sociedades más avanzadas podemos hablar del demencial despilfarro que supone
las cantidades industriales de comida en buen estado que se tiran cada día.
Mientras, muchos ni siquiera tienen cubierta esa necesidad básica.
Por eso también choca ver como esa
necesidad imprescindible, a veces se convierte en artículo de lujo. Los hay
incluso que hablan de arte. Y ahí está la cocina de vanguardia, tan de moda en
los últimos tiempos. Y el que se lo puede permitir, gastando cantidades
indecentes de dinero en la última delicatesen del restaurante más elitista. Los
contrastes del mundo en el que vivimos.
El Bulli: Cooking in Progress se mete en las entrañas
del famoso restaurante dirigido por el más conocido chef del universo. Un
documental al que hay que reconocerle algún que otro punto meritorio. Para
empezar, que la figura de Ferran Adriá
quede en un muy segundo plano, Son sus lugartenientes los que centran la
atención de la mirada de Wetzel. El director documenta un laborioso
proceso con muchas horas de ensayo-error. Una especie de laboratorio en el que
no se para de trabajar.
Tampoco se corta el
director en mostrar al Adriá más tirano echando alguna que otra bronca
desproporcionada. La cámara de Wetzel deja bien claro es el carácter obsesivo de un
creador que debe controlar hasta el más mínimo detalle para que el tinglado
funcione. Aunque, ¿de verdad merece la pena tanto gasto de energía? Un
restaurante de este tipo, ¿es algo parecido al arte, una indecencia, o ninguna
de las dos cosas? Ese debate lo dejamos para otra ocasión.
Manuel Barrero Iglesias
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