Martha, Marcy May Marlene (USA, 2011).
Dirección y guión: Sean Durkin.
Intérpretes: Elizabeth Olsen, Sarah Paulson, John Hawkes, Hugh Dancy, Julia Garner.
Música original: Daniel Bensi, Saunder Jurriaans.
Fotografía: Jody Lee Lipes.
Montaje: Zachary Stuart-Pontier.
Idioma: Inglés.
Duración: 102 minutos.
Sin identidad
Martha. Una identidad destrozada y aniquilada. Una identidad que nuestra
protagonista trata de reconstruir con las pocas herramientas que aún le quedan
al alcance. Y la ayuda maternal de una hermana que repite ese nombre
constantemente. De su pasado, sabemos poco. Que lo pasó mal. Abandono paterno y
orfandad materna. ‘Martha’ es el pasado lejano. Pero también el proyecto de
futuro. Volver a construir sobre los escombros.
Marcy May. Hay gente que es presa fácil para las sectas. Y los líderes sectarios
conocen todo tipo de trucos para atrapar a los incautos. Empezando por el
literal cambio de identidad, concretizado en un cambio de nombre. La ruptura
total con todo atisbo del pasado. Y esa manipulación obscena que hace sentir
‘especial’ al débil. Aquel que ha sufrido durante toda su vida, al fin se
siente importante. Al fin siente que es parte de algo.
Marlene. Aunque ese algo sea una falacia. Todo trabajo sectario tiene como
objetivo despojar de individualidad a sus miembros. ‘Marlene’ es el nombre con
el que contesta cualquier mujer que coge el teléfono en aquella prisión
voluntaria. Esa especie de harén comunal en las que todas acaban siendo la
misma. Un instrumento sexual/procreador para el líder.
Un doloroso recorrido que trata de recomponer una personalidad mutilada y
machacada desde casi todos los ángulos posibles. Un tenso montaje paralelo en el que se alterna el presente como última
esperanza frente a los flash-back que muestran la traumática estancia en la
infernal granja.
Siempre de forma muy comedida, pero con una atmosfera desasosegante que
nunca deja tranquilo al espectador, todo rematado con un turbador final. El espléndido trabajo
de Elizabeth Olsen es fundamental para ayudarnos a creer esta historia de ser vulnerable que
se resiste a caer en las garras del abismo.
Otro retrato más de la América profunda, y de los monstruos escondidos por
los rincones del mundo. Y la falta de habilidad que el ser humano demuestra
a la hora de afrontar sus propias miserias, o las de los que les rodean.
Manuel Barrero Iglesias