Stake
Land (USA,
2010).
Dirección
y montaje:
Jim Mickle.
Intérpretes:
Connor Paolo, Nick Damici, Kelly McGillis, Michael Cerveris, Eilis
Cahill.
Guión:
Nick Damici, Jim Mickle.
Música
original:
Jeff Grace.
Fotografía:
Ryan Samul.
Idioma:
Alemán.
Duración:
98 minutos.
Vampiros
zombificados
Estamos
ante una amalgama de algunos de los tópicos más socorridos en el
género fantástico de los últimos años. Apocalipsis y
vampiros. Apocalipsis polvorienta, y vampiros que son un calco de los
zombis que nos invaden durante la última década. La relación entre
adulto y menor es muy parecida a la pudimos ver en The Road,
con la diferencia del toque humorístico que le da Jim Mickle (esos
homenajes a Karate Kid).
Hastiados
de vampiros no ya románticos, sino estomagantes hasta lo
insoportable; muchos celebran de chupasangres violentos. El problema
viene cuando se les despoja de toda entidad, y al final lo único en
que se diferencian de los zombis sea en la nocturnidad. Por no hablar
del 'supervampiro' que se sacan de la manga en momento determinado.
Pero
como en toda película sobre el fin de la humanidad que se precie, el
director nos quiere hablar sobre la naturaleza humana, con sus luces
y sombras. Una vez más, los extremos en el comportamiento de
nuestra especie. Y de nuevo, los villanos unidimensionales
encarnando el mal absoluto. En este caso, con crítica nada sutil al
fanatismo religioso, incidiendo en la ancestral idea de que no hay
peor bestia para el hombre que el propio hombre.
Al
final, un desenlace optimista en exceso que rompe con el tono de un
film que hará las delicias de los aficionados a la casquería “con
mensaje”. Si no fuera porque se parece tanto a muchas otras que
ya andan por ahí...
Manuel
Barrero Iglesias
No hay comentarios:
Publicar un comentario