John
Carter (USA,
2012).
Dirección:
Andrew Stanton.
Intérpretes:
Taylor Kitsch, Lynn Collins, Samantha Morton, Willem Dafoe, Thomas Haden Church; Mark Strong, Ciarán Hinds, Dominic West.
Guión:
Andrew Stanton, Mark Andrews, Michael Chabon; sobre la novela de
Richard Rice Burroughs.
Música
original:
Michael Giacchino.
Fotografía:
Daniel Mindel.
Montaje:
Eric Zumbrunnen.
Idioma:
Inglés.
Duración:
132 minutos.
John
Carter quiere y no puede
Tras
ser fuente de inspiración de grandes producciones del género como
Avatar de James Cameron o Star Wars de George Lucas;
las aventuras de John Carter en el planeta Barsoom (Marte) de Edgar
Rice Burroughs (mundialmente famoso por ser el “padre” de Tarzán)
por fin tienen su propia adaptación a la pantalla grande. Supone
además el salto del campo de la
animación al de la imagen real de Andrew Stanton, una de las mentes
creativas más notables de Pixar, donde cosechó gran
éxito de crítica y público gracias a Buscando a Nemo y
Wall-E.
Las
expectativas generadas por John Carter eran grandes. Ya no
solo por las mentes involucradas y el material que se manejaba, sino
por su exacerbada promoción por parte de Disney. Esta táctica podrá
crear curiosidad y llenar las salas el primer fin de semana: pero a
la larga juega en contra del producto, sobre todo si éste está
lejos de poder cumplir esas expectativas, como es el caso.
Casi
peor que una película técnicamente espectacular pero vacía por
dentro (que tanto abundan desde la eclosión de los efectos
digitales); es tener una trama interesante (aunque la tachen
de poco novedosa) y ser visualmente notable, pero que se quede en
un producto mediocre. Los principales culpables: unos héroes y
unos villanos carentes de carisma; en cuya boca los diálogos, ya de
por sí flojos, resultan en ocasiones hasta bochornosos. Por
desgracia, el conjunto de secundarios que les acompaña, en general
con más carácter que ellos, no llegan a dar el contrapunto
necesario para equilibrar la balanza. Si además añadimos una
progresión de la historia en sus transiciones un tanto atropellada y
confusa poco se puede hacer para salvarla.
A
pesar de todo, hay que reconocer que posee momentos verdaderamente
disfrutables, donde consigue tele-transportar al espectador y sus
cinco sentidos al mundo fantástico allí recreado como hace tiempo
nadie conseguía. Pero llegados los
títulos de crédito finales el regusto que deja es de potencial
desperdiciado, de quiero y no puedo. Si finalmente se desarrolla la
trilogía que se tenía planeada esperemos que puedan mejorar sus
puntos flacos y le den a este mítico personaje la gloria que se
merece.
M.
Lofish
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