Red
Lights (España-USA,
2012).
Dirección,
montaje y guión:
Rodrigo Cortés.
Intérpretes:
Cillian Murphy, Sigourney Weaver, Robert de Niro, Elizabeth Olsen,
Toby Jones.
Música
original:
Víctor Reyes.
Fotografía:
Xavi Giménez.
Idioma:
Inglés.
Duración:
119 minutos
El
truco final
Por Manuel Barrero Iglesias
En
Concursante (2007), enérgica ópera prima, a
Rodrigo Cortés se le fue la mano en una dirección incapaz de
controlar sus excesos. Tuvo que ser toda una experiencia dirigir
Buried (2010); en la que se autoimpuso ese corsé en
forma de ataúd que hizo surgir algunas de las mejores virtudes de un
cineasta que, sin embargo, seguía manteniendo algún que otro vicio.
En
su tercer trabajo vuelve al drama/thriller psicológico en amplios
espacios, al que añade además un toque paranormal. Un material que
de nuevo podría llevar al director por el camino del exceso, pero
que Cortés sabe contener durante buena parte del metraje. El
inicio tiene bastante en común con La maldición de Rookford (Nick
Murphy, 2011), film que también se inicia con una investigadora
encargada de descubrir los fraudes escondidos tras supuestos
fenómenos paranormales.
Trasladando
esa premisa a la actualidad, tenemos al par de investigadores de
Luces rojas, quienes dedican su vida a desenmascarar
estafadores. Hay que agradecer al autor que no se rinda de inicio
ante lo sobrenatural, jugando con habilidad la baza de la ambigüedad.
Pero
lo que empieza con un planteamiento lleno de inteligencia y sutileza,
naufraga hasta llegar a unos desastrosos últimos minutos que tiran
por la borda todo lo bueno que encontramos en el inicio. En lugar
de explorar la interesante vía que parecía llevar, Cortés opta
por la búsqueda del golpe de efecto con sorpresa final; haciendo
saltar por los aires las lógicas interna y externa del film.
Para
colmo, a medida que se acerca el desenlace, abandona lo sutil para
entregarse al exceso gratuito. Más aún. Los dos personajes que
deberían irradiar carisma rozan el más espantoso ridículo. El
esperpéntico mago que encarna Sbaraglia vuelve a poner de
manifiesto las limitaciones del actor argentino. Mientras, Robert de Niro sigue deambulando como alma en pena por los rodajes del
mundo. Su Simon Silver debería ser casi terrorífico, pero ni
siquiera es capaz de imponer una pizca de respeto. Por suerte, ahí
está Sigourney Weaver, dando toda una lección.
A
Cortés, la mezcla entre Christopher Nolan y M. Night Shyamalan le ha
explotado en las narices. El refrito empieza con elegancia, pero
acaba en pastiche intragable. Una
pena. Esperemos que en la próxima ocasión el director sea capaz de
canalizar mejor el innegable talento que lleva dentro.
Manuel
Barrero Iglesias
Suscribo toda tu crítica de principio a fin, Manuel.
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