Young
Adult (USA,
2011).
Dirección:
Jason Reitman.
Intérpretes:
Charlize Theron, Patton Oswalt, Patrick Wilson, Elizabeth Reaser,
Collette Wolfe.
Guión:
Diablo Cody.
Música
original:
Rolfe Kent.
Fotografía:
Eric Steelberg.
Montaje:
Dana E. Glauberman.
Idioma:
Inglés.
Duración:
94 minutos.
Regreso
a Nunca Jamás
Jason
Reitman
(director) y Diablo
Cody
(guionista) vuelven a trabajar juntos tras su exitosa unión en Juno
(2007). Y vuelven
a la carga con otra comedia indie
que pretende ser desvergonzada, aunque nunca se pueda desprender de
su amabilidad casi extrema.
El film indaga en las tensiones entre la América más conservadora y
los individuos que se salen de la norma. Aunque no estamos ante el
recurrente retrato de alguien atrapado en un agujero sin salida.
Nuestra protagonista ya consiguió escapar de la vida pueblerina.
A
pesar de habitar en la ciudad y ser una escritora de relativo éxito,
es ella misma la que se mete en la boca del lobo. Su desaliñado modo
de vida, algún revés amoroso, y la crisis creativa-popular; hacen
que se plantee una vuelta a las raíces como solución a sus
problemas. Y así, lo que en apariencia es un intento por recuperar
al (supuesto) amor de su vida; esconde el anhelo de una vida juvenil
y despreocupada.
Y
es que la
Mavis de Chalize Theron es una versión femenina de Peter Pan,
personaje siempre asociado a la inmadurez masculina.
Aunque el regreso a su particular Nunca Jamás no consiga los efectos
deseados. Young
Adult le da la vuelta al típico film de retorno del hijo pródigo,
alejándose del gastado romántico viaje a la infancia como forma de
recuperar lo esencial de la vida. Es una suerte que se prescinda del
tópico cursi, para mostrarnos que la felicidad rural es resultado de
la falta de inquietudes y aspiraciones.
¿Plácida sencillez o aburrida estupidez?
Young
Adult
se posiciona desde el principio en la segunda opción. Queda tan
claro a lo largo de todo el metraje que se hace innecesaria esa
secuencia en la que se verbaliza todo lo que ya hemos visto en
pantalla. Momentos de tanta obviedad son los que hacen que la
película deje un regusto final insatisfactorio. Si
le unimos a la poca entidad que tiene la propuesta en sí misma,
alguna que otra torpeza de este tipo, resulta una película
intrascendente.
Eso
sí, hay que valorar ese toque amargo que queda al no haber redención
para una protagonista que seguirá siendo la misma egoísta inmadura
que era al principio.
Es lo más destacable de un trabajo en el que tampoco podemos olvidar
la entrañable (y extraña) pareja que forman Theron y Patton Oswalt.
Cuando ellos coinciden en pantalla, todo fluye mucho más divertido.
Manuel
Barrero Iglesias
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