Como
solución de urgencia, ha sido un parche aceptable. Billy Crystal
cumplió con lo que se esperaba de él, pero nada de brillantez. Sus
intervenciones fueron calcadas a las que ya hemos visto tantas veces.
Ya no sorprende a nadie. Si los que organizan el tinglado buscan la
audiencia perdida, que busquen entre los nuevos cómicos americanos.
Seguro que encuentran algo divertido.
La
única medida que se les ocurre es acortar la gala de forma casi
violenta. Al fin consiguieron que el evento no se fuera más allá de
las tres horas. El precio pagado fue la ausencia de momentos
emotivos. No se puede despachar a los ganadores del Oscar Honorífico de forma tan lamentable. Y es
que el problema no está en la ceremonia en sí (¡es una entrega de
premios, claro que es aburrida!). Lo peor es cortar cada 5-10 minutos
para publicidad. Eso sí que mata el ritmo de cualquier
retransmisión. En fin, ellos sabrán.
Una
noche en la que el cine se autopremió a sí mismo. La gran
triunfadora fue The Artist, una cinta francesa que homenajea al cine
(principalmente mudo) americano. La invención de Hugo, que arrasó
en las categorías técnicas, es un film estadounidense que rinde
tributo a uno de los grandes pioneros del cine mudo francés. Este
doble intercambio franco-americano se hizo con diez premios. La
película de Michel Hazanavicius fue elegida la mejor, él consiguió
su premio como director, Jean Dujardin el de actor, Ludovic Bource la
música, y Mark Bridges el vestuario. El film de Scorsese se hizo con
los dos galardones de sonido, los efectos especiales, fotografía y
dirección artística.
Poco
espacio hubo para premiar a otros trabajos. Curiosamente, una
película tan mediocre como La dama de hierro fue la siguiente en
número de estatuillas, logrando las dos a las que aspiraba. No me
convence nada el premio para un maquillaje que incluso chirría en
alguna ocasión. En esta categoría competía la última entrega de
Harry Potter, una saga que ha conseguido 16 nominaciones, pero ni un
solo premio.
El
Oscar 'gordo' que más reñido se presentaba era el de mejor actriz
principal. Viola Davis había tomado ventaja en las últimas semana,
pero finalmente la Academia decidió que ya era hora de darle un
tercer Oscar a Meryl Streep. La que sí se llevó su premio fue la
compañera de Davis en Criadas y señoras, una Octavia Spencer
elegida como mejor actriz de reparto. Definitivamente, los académicos
eligieron lo fácil en lugar de lo realmente bueno, en cuanto a
féminas se refiere.
El
momento más emotivo de la noche lo protagonizó un octogenario
Christopher Plummer al recoger su Oscar como mejor actor de reparto,
por su entrañable personaje de Beginners. Uno de los mejores
momentos de la noche, ovación en pie incluida. Algo similar le
hubiese pasado a Woody Allen si hubiese acudido a recoger su premio
al mejor guión original. En esta ocasión, el genio neoyorquino no
tocaba el clarinete, pero tenía mejores cosas que hacer: ver el
All-Star de la NBA. Es el cuarto galardón que recibe Allen (el
tercero como guionista) en su extensa carrera. Mientras, la mejor
película de las nueve nominadas -Los descendientes-, se tuvo que
conformar con el guión adaptado.
También
asistimos a la mayor sorpresa de la noche, el premio al mejor montaje
para Millenium (para los mismos que el año pasado ganaron por La red
social). Y a la definitiva devaluación de la categoría dedicada a
la canción. Solo dos nominadas este año, a cada cual peor.
Finalmente, 'Man or Muppet” fue la previsible vencedora. Nader ySimin cosechó otro éxito más con el Oscar a la mejor película de
habla no inglesa, mientras Rango se llevó el de animación, en un
año en el que el nivel del cine animado no ha sido demasiado alto.
Una
ceremonia insípida que tuvo su mejor número en los siempre
espectaculares Circo del Sol. Unos premios bastante previsibles. Y
como siempre, los grandes olvidados. ¿Dónde estaban Drive y Shame?
Hay que estar muy ciego para no reconocer trabajos tan contundentes.
Mientras, tendremos que seguir viendo como filmes tan infames como
Criadas y señoras copan nominaciones. O como bonitos ejercicios de
nostalgia (que no van más allá de eso) acaparan los premios. Son
los Oscar.
Manuel Barrero Iglesias