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viernes, 6 de enero de 2012

XP3D


6/10
XP3D (España, 2011).
Dirección: Sergi Vizcaíno.
Intérpretes: Amaia Salamanca, Óscar Sinela, Úrsula Corberó, Maxi Iglesias, Luis Fernández, Alba Ribas, Manuel de Blas.
Guión: Daniel Padro.
Música original: Marc Vaíllo
Fotografía: Sergi Bartrolí.
Montaje: Joan Manel Vilaseca.
Idioma: Español.
Duración: 89 minutos.



Hilarious Experience

Totalmente fuera de lugar y de tiempo. Así llega XP3D, una película que imita a los slasher que se hacían hace más de una década. ¿Imita o parodia? En esa razonable duda radica la diferencia entre que nos encontremos ante algo lamentable, o algo mucho más inteligente de lo que parece a simple vista.

Las palabras de su director parecen defender la “seriedad” de su producto. Algo que de verdad pretende crear tensión, o contar una historia de fondo con traumático pasado. Si esa era su verdadera intención, el fracaso ha sido estrepitoso, perpetrando una cosa llena de lugares comunes mal hilvanados. Pero me cuesta creer que, tópicos promocionales aparte, Sergi Vizcaíno se haya tomado tan en serio todo este invento.

Los diálogos delirantes se suceden en unas interpretaciones demenciales. Cuando el film se pone (supuestamente) trascendente es cuando arranca las mayores carcajadas. Y cuando parece que se pone humorístico (el personaje de Iglesias), casi da ganas de llorar. Hay varios momentos que nos hacen pensar que estamos ante un cachondo mental. Dos de ellos, especialmente sublimes. Por un lado, la secuencia en la que el personaje de Alba Ribas entra en trance gracias a un programa informático. Por el otro, el descarado uso lúbrico que se hace del culo de Úrsula Corberó, con algún plano entre gratuito y desvergonzado.

Es extraño, los estereotipos (aunque la palabra se queda corta) a los que dan vida (por llamarlo de alguna forma) los actores, hacen hasta gracia. Luego, van desapareciendo en el orden en el que lo tienen que hacer, y durando lo que tienen que durar. Se convierte en un placer (para nada culpable) ver cómo sufren Maxi Iglesias o Luis Fernández, después del “recital” interpretativo que nos ofrecen.

Y eso sí, cuando las notas cómicas (voluntarias o no) van perdiendo protagonismo, el film no tiene tanto interés. La sucesión de muertes, el misterio paranormal... todo este tramo final no aporta nada a las cientos de películas ya existentes.

Así las cosas, uno no sabe muy bien si ha visto uno de los mayores despropósitos, o una de las películas más autoparódicas del año. Me sigo inclinando por la autoconsciencia, y por el no tomarse en serio a sí mismo del director. Sea como sea, al que esto suscribe le arrancaron las mayores carcajadas de los últimos tiempos. Y eso nunca puede ser malo.

Manuel Barrero Iglesias



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