Dirección: Nicolas Winding Refn
Intérpretes: Ryan Gosling, Carey Mulligan, Bryan Cranston, Albert Brooks, Ron Perlman, Oscar Isaac, Christina Hendricks.
Guión: Hossein Amini.
Música original: Cliff Martinez.
Fotografía: Newton Thomas Sigel.
Montaje: Matthew Newman.
Idioma: Inglés.
Duración: 100 minutos.
Tempestades y calmas
Existen formas y formas de homenajear. En muchas ocasiones (más de las que deberían), el tributo se limita a ser una copia (ya sea buena, o mala) del referente. De vez en cuando, algún director nos sorprende con alguna estimulante revisitación que va más allá de la mera imitación. Hablando de cine negro, podemos recordar a James Gray y su poderosa La noche es nuestra (2007). El danés Nicolas Winding Refn consigue, en su primera incursión en el cine norteamericano, una de esas revisiones que merecen mucho la pena.
Con una estética ochentera que queda clara desde el primer minuto, Winding construye una película de magnética atmósfera. Una portentosa secuencia de arranque despeja todas las dudas que le pudieran quedar a algún despistado que creyera estar ante algo del tipo The fast and the furious (aunque suene a chiste, Drive recibió una demanda por 'publicidad engañosa'). Con una gran elegancia en la puesta en escena (que ya nunca abandona el film) nos atrapa desde el primer minuto.
Y casi sin que nos demos cuenta, nos cuelan una melancólica y bella historia de amor que no deja de sobrevolar durante todo el metraje. Muy sobria a la vez que rabiosamente romántica. Pero también hay violencia. Seca. Fría. Durante amplios tramos, Drive es casi contemplativa. Hasta que llegan las explosiones. Contundentes. Como una bofetada inesperada.
Ahí tenemos lo más turbador de este trabajo. Nunca sabemos por dónde va a salir. Y no, no referimos a gastadas piruetas en el guión, que tampoco es el elemento más importante aquí. Es esa excesiva calma combinada con la cruda violencia a la que precede, lo que nos deja noqueados una y otra vez.
Como también nos turba ese héroe más ‘anti’ que nunca. Sin carisma, al menos sin el que nos venden los productos made in Hollywood ¿Su pasado? ¿Sus traumas? Afortunadamente, no importan. Un personaje sin pasado, ni futuro. Casi sin presente. Alguien que incluso llega a parecer un Angel de la Guarda. O un Angel exterminador. Y no podemos olvidar el detalle de la poca preocupación por el dinero, un elemento al que se le da la vuelta de forma espléndida.
Trágica y bella. Brutal y delicada. Drive es una de esas películas que dejan huella. Un film que tiene detrás a alguien con una mirada penetrante. Alguien que es capaz de captar el alma humana en un thriller que perturba.
Manuel Barrero Iglesias
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