Arrugas
(España, 2011).
Dirección:
Ignacio Ferreras.
Intérpretes:
Tacho González, Álvaro Guevara, Mabel Rivera.
Guión:
Paco Roca, Igancio Ferreras, Ángel de la Cruz.
Música
original: Nani García.
Fotografía:
David Cubero.
Idioma:
Español.
Duración:
80 minutos.
Sin
arrugarse
Parece
que nuestro país se apunta a la sana costumbre de adaptar novelas
gráficas. Tras versiones de obras míticas -con más o menos
acierto- como Mortadelo y Filemón o El Capitán Trueno,
le toca el turno ahora a una más 'adulta''. El argentino-madrileño
Ignacio Ferreras traslada Arrugas a la gran pantalla, con la
colaboración de Paco Roca, autor mismo del cómic en el que se basa
el film.
Una
adaptación que capta con mucho respeto el propósito del original.
Arrugas es la ficción hecha en España que con
más acierto trata el tema del alzheimer. A ello contribuye la fina
construcción de Emilio, personaje que vive en sus carnes la
evolución de la terrible enfermedad. Como en ¿Y tú quién
eres? (Antonio Mercero, 2007), la opción es mostrar el intervalo
que comprende desde que se empieza a manifestar la enfermedad hasta
terminar con el momento en el que empieza lo peor. De momento, parece
complicado que alguien se atreva a mostrar la parte más dura de este
mal.
Como
no podía ser de otra forma, de fondo también anda la crítica de la
situación que viven muchos ancianos en el mundo actual.
Tratados como trastos viejos a los que hay que guardar en el desván
(residencia) para que no molesten. Quizás algo redundante en su
denuncia, que se hace demasiado evidente en ocasiones.
Ahí
se encuentra el principal problema de la adaptación. Las cien
páginas de la obra literaria van directas al grano, quitando toda la
paja. Una concreción de la que el film adolece; ya que muchas veces
se opta por reincidir en determinados temas, o darle excesivo
dramatismo a otros, para adecuarse a la duración del formato cine.
Un
absoluto acierto es el haber realizado la adaptación en formato
animado. Una traslación en acción real hubiese restado mucho
encanto a la propuesta. A pesar del
trasfondo amargo, la película se esfuerza por resultar amable en
todo momento. Y la animación potencia esa suavidad.
Quizás haya ocasiones en las que se fuerce demasiado el
sentimentalismo, especialmente en el final. Pero, la mayor parte del
tiempo, se agradece ese equilibrio entre lo cruel y lo afable.
El
conjunto destila sensibilidad, sin dejar de ser de una tremenda
crudeza. Una película que se enfrenta a los problemas de la vejez
con mucho respeto, pero también con honestidad y sin tapujos.
Agridulce como la vida misma, Arrugas
demuestra que otra animación es posible en España.
Manuel
Barrero Iglesias
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