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martes, 31 de enero de 2012

Scarlett Johansson: Cuidado, vienen curvas


Si hay alguna actriz en la actualidad que se ajuste al clásico concepto de sex-symbol esa es Scarlett Johansson. Por eso cuesta recordar que empezó en esto siendo una niña. Sí, ella también fue actriz infantil. Debutó con 10 años en Un muchacho llamado Norte (1994), con un pequeño papel. Un año más tarde apareció en el thriller Causa justa (1995). Su primer rol de importancia no tardaría en llegar. Tenía 12 años, y coprotagonizó Manny y Lo (1996). En ese mismo año aparece en la comedia Si no te casas, me mato. Para 1997, dos títulos poco destacables: Fall y Solo en casa 3.

Fue en 1998 cuando su nombre empezó a ser conocido. Robert Redford le dio la oportunidad de aparecer en El hombre que susurraba a los caballos. Fue la primera toma de contacto con la fama, con la que se toparía de lleno en el nuevo siglo. Antes, tendría una aparición en Mi hermano el cerdito (1999).

Y llegó 2001. La pesadilla de Susi pasó más bien desapercibida, pero ese mismo año intervino en dos títulos de gran prestigio que provocaron las simpatías de los círculos cinéfilos. Por un lado, su pequeño papel bajo la dirección de los hermanos Coen en El hombre que nunca estuvo allí. Y, muy especialmente, protagonizar junto a Thora Birch esa obra de culto que es Ghost World.

Una serie B como Arac Attack (2002) precedió a la que fue su definitiva consagración. La extraña pareja que formaba junto a Bill Murray en Lost in translation (2003) conquistó a medio mundo, y la lanzó definitivamente a la fama. Aunque el reconocimiento de los premios es algo que se le resiste. No consiguió la nominación al Oscar. Ni entonces, ni nunca. Parece que los compañeros de la Academia nunca la han tomado demasiado en serio. Ese mismo año fue Griet, objeto del deseo de Johannes Vermeer en La joven de la perla.

Ya había nacido la estrella, y con 18 años empezaba a vislumbrarse el icono sexual. En 2004 se hartó de trabajar y estrenó nada menos que cinco filmes: The Perfect Score, Una canción del pasado, A Good Woman, In Good Company y Bob Esponja, la película; en la que ponía voz a uno de los personajes.

Entonces llegó otro momento clave en la trayectoria de Scarlett. Woody Allen volvía a convencer a crítica y público con Match Point (2005). Y allí estaba ella, convirtiéndose en la nueva musa del genio neoyorquino. Fue el primero -y probablemente el que mejor- explotó ese lado sensual de la actriz, esa carga erótica que puede hacer enloquecer a cualquier hombre que se le ponga por delante. Que se lo digan al personaje encarnado por Jonathan Rhys Meyers. Otros directores de prestigio no dudaron en usar la faceta más femme fatale de la actriz. Son los casos de Biran de Palma en La dalia negra (2006) o Frank Miller en The Spirit (2008).

Pero volvamos a Allen, quien también fue capaz de sacar partido al lado más adorable de Johansson en la divertida Scoop (2006), o en la infravalorada Vicky Cristina Barcelona (2008). En ambas, vuelve a enamorar, aunque dejando a un lado su dimensión más turbadora, y mostrándose más bien dulce e inocente. Que Allen te escoja como musa no es cualquier cosa. Aparte de atractivo, algo de talento debió ver en ella. Quizás no sea la mejor actriz de su generación. Pero, desde luego, tampoco es la peor. Lo que nadie puede discutir es que su presencia llena de luz la pantalla.

Uno no sabe muy bien si su atractivo disimula lo mala actriz que es, o eclipsa lo buena que es. Sea como fuere, se ha convertido en una rutilante estrella que ha participado en títulos como La isla (2005), El truco final (2006) Diario de una niñera (2007) o Las hermanas Bolena (2008), o Iron Man 2 (2010).

Su ritmo se ha estabilizado, y ya es raro verla en más de una película al año. Ahora la podemos ver en Un lugar para soñar (2011), y pendiente de estreno tiene una de las películas más esperadas de 2012: Los vengadores. Además, ha rodado a las órdenes de Jonatahn Glazer en Under the skin. Scarlett es lo más parecido a Marilyn que tenemos en el siglo XXI. En sus curvas uno se perdería eternamente. Encima, canta. Y no lo hace nada mal. Un auténtico mito sexual, que no anda exento de talento. Qué podamos seguir disfrutando de esos labios durante muchos años.

Manuel Barrero Iglesias

lunes, 30 de enero de 2012

Estrenos España: 27 enero 2012

Esta semana recomendamos Arrugas, una preciosa película de animación española, basada en la novela gráfica de Paco Roca; y que habla sobre algunos de los problemas de la vejez. Es el primer film animado que aspira al Goya al mejor guión adaptado en la historia de los premios.
El octogenario Clint Eastwood vuelve a la carga con J. Edgar, biopic sobre el que fue director del FBI durante casi cincuenta años. Destacar el gran trabajo de un leonardo DiCaprio olvidado por los Oscar. 

Unos premios que sí se han acordado de Glenn Close por su trabajo en Albert Nobbs, una gris película en la que su protagonista se tiene que hacer pasar por hombre para poder sobrevivir en la Irlanda del siglo XIX.

Desde Francia llega El Monje, mediocre adaptación de la novela gótica de Matthew G. Lewis, con Vincent Cassel como protagonista. 

Las otras dos producciones europeas que se estrenan llegan de un país del que no suele llegar demasiado cine a nuestras pantallas: Polonia. Aquello que amamos es un film iniciático que nos lleva a principios de los 80, con el comunismo en pleno declive. También de fondo el comunismo en Popieluszko. La libertad está en nosotros, sobre la figura de un sacerdote beatificado en 2010, y que fue asesinado por la policía.

Para terminar, los dos estrenos con clara vocación comercial. Bajo amenaza es un torpe thriller, que cuenta con Nicolas Cage y Nicole Kidman en sus horas más bajas. Y tras ausentarse en la tercera entrega, Kate Beckinsale vuelve a enfundarse en traje de cuero para Underworld: el despertar.

Arrugas

6/10
Arrugas (España, 2011).
Dirección: Ignacio Ferreras.
Intérpretes: Tacho González, Álvaro Guevara, Mabel Rivera.
Guión: Paco Roca, Igancio Ferreras, Ángel de la Cruz.
Música original: Nani García.
Fotografía: David Cubero.
Idioma: Español.
Duración: 80 minutos.



Sin arrugarse

Parece que nuestro país se apunta a la sana costumbre de adaptar novelas gráficas. Tras versiones de obras míticas -con más o menos acierto- como Mortadelo y Filemón o El Capitán Trueno, le toca el turno ahora a una más 'adulta''. El argentino-madrileño Ignacio Ferreras traslada Arrugas a la gran pantalla, con la colaboración de Paco Roca, autor mismo del cómic en el que se basa el film.

Una adaptación que capta con mucho respeto el propósito del original. Arrugas es la ficción hecha en España que con más acierto trata el tema del alzheimer. A ello contribuye la fina construcción de Emilio, personaje que vive en sus carnes la evolución de la terrible enfermedad. Como en ¿Y tú quién eres? (Antonio Mercero, 2007), la opción es mostrar el intervalo que comprende desde que se empieza a manifestar la enfermedad hasta terminar con el momento en el que empieza lo peor. De momento, parece complicado que alguien se atreva a mostrar la parte más dura de este mal.

Como no podía ser de otra forma, de fondo también anda la crítica de la situación que viven muchos ancianos en el mundo actual. Tratados como trastos viejos a los que hay que guardar en el desván (residencia) para que no molesten. Quizás algo redundante en su denuncia, que se hace demasiado evidente en ocasiones.

Ahí se encuentra el principal problema de la adaptación. Las cien páginas de la obra literaria van directas al grano, quitando toda la paja. Una concreción de la que el film adolece; ya que muchas veces se opta por reincidir en determinados temas, o darle excesivo dramatismo a otros, para adecuarse a la duración del formato cine.

Un absoluto acierto es el haber realizado la adaptación en formato animado. Una traslación en acción real hubiese restado mucho encanto a la propuesta. A pesar del trasfondo amargo, la película se esfuerza por resultar amable en todo momento. Y la animación potencia esa suavidad. Quizás haya ocasiones en las que se fuerce demasiado el sentimentalismo, especialmente en el final. Pero, la mayor parte del tiempo, se agradece ese equilibrio entre lo cruel y lo afable.

El conjunto destila sensibilidad, sin dejar de ser de una tremenda crudeza. Una película que se enfrenta a los problemas de la vejez con mucho respeto, pero también con honestidad y sin tapujos. Agridulce como la vida misma, Arrugas demuestra que otra animación es posible en España.



Manuel Barrero Iglesias




domingo, 29 de enero de 2012

Bajo amenaza

2/10
Trespass (USA, 2011).
Dirección : Joel Schumacher.
Intérpretes: Nicolas Cage, Nicole Kidman, Liana Liberato, Ben Mendelsohn, Cam Gigandet.
Guión: Karl Gajdusek.
Música original: David Buckley.
Fotografía: Andrzej Bartowiak.
Montaje: Bill Pankow.
Idioma: Inglés.
Duración: 91 minutos.



Cementerio de elefantes

Parece que es el año de películas sobre familias secuestradas en su propia casa. Dos productos nacionales se estrenaron en 2011 bajo esta premisa. Pero mientras Secuestrados (Miguel Ángel Vivas, 2010) no tenía más pretensión que la del entretenimiento de terror, Transgression (Enric Alberich, 2011) se presentaba como thriller que pretendía ser reflexión sobre la condición humana. Ni la una, ni la otra son grandes películas, aunque a Vivas hay que reconocerle su magnífico pulso tras las cámaras.

Bajo amenaza se une a la moda, y lo hace con elementos asombrosamente parecidos de los dos filmes mencionados. El inicio es casi idéntico al de Secuestrados, mientras que la lucha del personaje masculino por no ceder ante los atracadores es parecida a la Michael Ironside en Trangression. Aunque en este punto hay una determinante diferencia que ilustra lo blandengue que es el trabajo de Schumacher. La avaricia del personaje de Cage no es tal, siendo una forma de amor por su familia.

La detestable corrección política también está presente en el asunto de la posible infidelidad de la abnegada esposa. Pero aparte de estos detalles de fondo, la película no funciona como cinta de acción. Personajes mal escritos y absurdos giros de guión, se unen a una dirección rutinaria y sin la suficiente fuerza.

Y enterrados en este producto, tres nombres más o menos ilustres, que parecen ir definitivamente a la deriva. En realidad, el rumbo de Joel Schumacher nunca ha estado muy enderezado. Aunque lleva ya unos cuantos años encadenando proyectos especialmente que no llegan ni al nivel mínimo. Tampoco Nicolas Cage se caracteriza por ser un gran intérprete, pero su participación en proyectos de interés es cada vez más escasa. Y esa tendencia a la sobreactuación, de la que nos 'regala' otro recital. La descomposición que Nicole Kidman viene sufriendo en los últimos años es más física, pero su presencia aquí tampoco ayuda a su recuperación como la gran actriz que fue.

Después de Funny Games (Michael Haneke, 1997), cualquier película sobre asalto a domicilio sabe a poco. Pero es que Bajo amenaza no tiene ningún elemento que la haga remotamente interesante.

Manuel Barrero Iglesias



sábado, 28 de enero de 2012

J. Edgar

5/10
J. Edgar (USA, 2011).
Dirección y música original: Clint Eastwood.
Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Armie Hammer, Naomi Watts, Judi Dench, de Westwick.
Guión: Dustin lance Black.
Fotografía: Tom Stern.
Montaje: Joel Cox, Gary Roach.
Idioma: Inglés.
Duración: 137 minutos.




'Mariconadas', las justas

En 2008 Clint Eastwood filmó una obra que tenía mucho de testamento cinematográfico. La magnífica Gran Torino, más que crepuscular era casi 'obituaria'. Un film que, perfectamente, podría haber sido un precioso broche final a una carrera heterodoxa y que ha ido ganando prestigio con los años. Pero a sus más de ochenta años, Eastwood sigue sin poder estar quieto, dirigiendo al vertiginoso ritmo de película por año.

Tras aquella genial autoparodia, el director se ha embarcado en proyectos de un interés limitado. Aún siendo más que correcta, Invictus (2009) era una película demasiado convencional. Mientras la más arriesgada Más allá de la vida (2010) resultaba una obra claramente fallida. Ahora se mete en el drama político, con este trabajo sobre la figura de John Edgar Hoover, director del FBI durante casi 50 años.

La estructura del film no difiere demasiado de la de otro biopic ahora en pantalla, el de Margaret Thatcher. Ambos tienen como hilo conductor al personaje en su senectud. Pero mientras La dama de hierro usa la vejez y la enfermedad para manipular sentimentalmente, J. Edgar se centra mucho más en el recorrido vital. Y, ni que decir tiene, Eastwood no es Phyllida Lloyd; lo que supone que podamos ver una retrato lleno de matices y contradicciones. Al menos, no estamos ante una distorsión rosácea de la realidad.

El director nunca deja de ser sutil, pero se topa con el gran problema que tienen la inmensa mayoría de biopics. ¿Cómo evitar que el film no sea una sucesión de momentos puntuales en la vida del sujeto en cuestión? La vertiente política se convierte en una superficial maratón que quiere dejar pocos asuntos fuera, pero que no profundiza en nada.

Así, Eastwood juega la baza del retrato personal. Ahí sí podemos encontrar un discurso continuo y coherente. Los mejores momentos del film llegan con los contrastes de la personalidad de Hoover. Aunque es el tratamiento del asunto más controvertido sobre su figura lo que hace que esta obra se tambalee demasiado. Nos referimos a la dudad sobre la orientación sexual de este hombre pétreo.

El asunto comienza casi como en una película del Hollywood clásico, haciendo que la homosexualidad solo sea algo intuido. Poco a poco, se va haciendo cada vez más explícito. Un recurso muy adecuado, ya que la evidencia va creciendo en función de la consciencia que el personaje va tomando sobre su propia condición. Hasta que le explota en las manos.

Es entonces cuando Eastwood no da el paso al frente, y se arriesga lo mínimo. La secuencia estrella se despacha de la forma más casta posible. Mientras, los años posteriores se justifican con el 'consejo' que le da su madre. Puede que a alguien le parezca que todo está contado con sensible elegancia. Pero también es cierto que, a la hora de la verdad, el director recurre a la mojigatería más pueril. Una indefinición que impide que la película levante el vuelo de manera definitiva.

Y hablando de altos vuelos, Leonardo DiCaprio vuelve a demostrar lo magnífico actor que es. Aunque su omnipresencia anula al resto de personajes, que no pasan de ser meras comparsas. Al final, entre tanta carencia, J. Edgar a duras penas consigue mantener el tipo gracias a la solvencia y sensibilidad de Eastwood como director.


Manuel Barrero Iglesias


El monje

4/10
Le moine (Francia-España, 2011).
Dirección: Dominik Moll.
Intérpretes: Vincent Cassel, Déborah François, Joséphine Japy, Sergi López, Catherine Mouchet.
Guión: Dominik Moll, Anne-Louise Trividic
Música original: Alberto Iglesias.
Fotografía: Patrick Blossier.
Montaje: François Gédigier, Sylvie Lager.
Idioma: Francés.
Duración: 101 minutos.


El Monje y el Diablo

Tercera adaptación de la novela gótica de Matthew G. Lewis; en la que Ambrosio, un monje capuchino, ejemplo de virtud en el Madrid del siglo XVIII, sucumbe (principalmente) al pecado de la carne guiado de la mano del diablo.

El que vaya con la novela leída encontrará que no es del todo fiel al original. Son muchas las tramas que se encuentran en esta novela, y Dominik Moll ha querido centrarse básicamente en el personaje que le da su nombre. Para esta labor, como es normal, hace algunos cambios. En primer lugar -y más importante-, deja de lado el matiz caricaturesco que tenía el monje de Lewis para transformarlo en un personaje más serio que se enfrenta a un destino trágico del que no es capaz de escapar, tanto por las trabas que le ponen los enemigos del Cielo como por su propia inherente debilidad. 

Por otro lado, Moll prescinde de algunos personajes e incluye otros; va a adaptar y a rematar de manera distinta las tramas que conciernen a Ambrosio, algunas veces de manera muy acertada otras no tanto. Sobre todo, cuando supone debilitar el papel de los personajes secundarios a los que incumbe.

A Dominkik Moll lo que más le sedujo de la novela no era su crítica a la religión católica sino la capacidad que tuvo de evocarle imágenes y quería plasmar esto en la pantalla. Los recursos con los que lo sobrenatural toma presencia en la vida de los protagonistas son, de nuevo, algunas veces acertados; pero en la mayoría de los casos, las visiones oníricas que plagan la cinta tienen cierto regusto trasnochado y padecen de cierta desubicación. Su ritmo es pausado, pero no fluye. Y cuando la acción se desencadena, lo hace de manera atropellada, produciendo una sensación de vacío y poca naturalidad dentro de la película.

A Vincent Cassel, que da vida al Monje, le vemos muy distinto a lo que estamos acostumbrados. Hace un gran trabajo de contención, lo cual es de alabar en un principio, pero es tan contenido que no se aprecia ni la evolución ni la lucha moral que se da a entender que se debate en su interior.

Moll quería contar un cuento y lo obtiene, pero el resultado es tanto una película como una adaptación bastante mediocre. Por un empeño minimalista, ha terminado con unos personajes insustanciales contrapuestos a una mirada diabólica demasiado potente, produciéndose un desequilibrio insostenible.

M. Lofish



viernes, 27 de enero de 2012

Aquello que amamos

3/10
Wszystko, co kocham (Polonia, 2009).
Dirección y guión: Jacek Borcuch.
Intérpretes: Mateusz Kosciukiewicz, Olga Frycz, Jakub Gierszal, Andrrzej Chyra, Anna Radwan.
Música original: Daniel Bloom.
Fotografía: Michal Englert.
Montaje: Agnieszka Glinska, Krzystof Szpetmanski.
Idioma: Polaco.
Duración: 95 minutos.



Punk contra comunismo

Es de agradecer que aún haya valientes en esto de la distribución que se empeñen en traernos películas de cinematografías que apenas traspasan fronteras, aún fuera de fecha. Se da la curiosidad de que coinciden en fecha de estreno dos películas polacas de hace tres años. La religiosa Popieluzko, y esta contestataria Aquello que amamos.

Un grupo de música punk dentro una convulsa situación socio-política en la que un comunismo moribundo agoniza intentando mantener su poder. La mirada a través de la cual se procesan estos sucesos es la del inocente protagonista, el joven que lidera la banda. Sus implicaciones políticas son mínimas, pero su lucha es la de la juventud que ansía la libertad.
El contexto siempre está presente, pero regala el protagonismo a una historia de iniciación mil veces vista. El amor, la sexualidad, la asunción de responsabilidades...es decir, el paso de la infancia a la vida adulta. El director Jacek Borcuch no consigue pasar de un manido retrato de iniciación al que, dicho sea de paso, le falta bastante fuerza.

Si a esto le sumamos la inclusión forzada de elementos que añadan dramatismo al asunto (el conflicto de la pareja), se nos queda un producto bastante gris, en el que lo poco aprovechable termina siendo la coyuntura social. Ese fresco de la Polonia de los 80 en busca de aire.


Manuel Barrero Iglesias



Albert Nobbs

3/10
Albert Nobbs (Reino Unido-Irlanda, 2011).
Dirección: Rodrigo García.
Intérpretes: Glenn Close, Mia Wasikowska, Aaron Johnson, Janet McTeer, Brenda Fricker.
Guión: Glenn Close, John Banville.
Música original: Brian Byrne.
Fotografía: Michale McDonough.
Montaje: Steven Weisberg.
Idioma: Inglés.
Duración: 113 minutos.



Sin identidad

Rodrigo García es un director que se ha ganado un mediano prestigio gracias a unos muy sólidos trabajos, tanto en cine como en televisión. Director episódico de algunas de las series más importantes de la televisión reciente (Los Soprano, A dos metros bajo tierra, Carnivàle, En terapia); en cine es conocido por su cine sensible y femenino, en el que las relaciones de la mujer actual con el mundo que les rodea es primordial. Solo se salió de esa línea en el poco apreciado thriller Passengers, aunque también protagonizado por una fémina.

Con Albert Nobbs, García se traslada a la Irlanda del siglo XIX en un cambio de registro que no deja de tener a la mujer como gran protagonista. Las dificultades para sobrevivir en aquella época llevan a nuestra protagonista a vivir haciendo creer que es un hombre, y así mantener su puesto de trabajo.

Hace muchos años, Glenn Close interpretó este rol en la adaptación teatral del relato.Y no ha parado hasta conseguir su traslación al cine, incluso siendo guionista del film. Uno de esos roles de lucimiento, y que garantizan a su protagonista la presencia en las diversas entregas de premios anuales.

Pero más allá de la dantesca situación que vive su protagonista, la película no consigue nunca despertar demasiado interés. El triángulo amoroso resulta bastante afectado, a la vez que no consigue escapar de los grandes tópicos. Y si hablamos del trágico desenlace, la perplejidad es aún mayor ante lo forzado de su planteamiento y ejecución.

Resulta curioso ver el entusiasmo con el que los responsables de este trabajo hablan del personaje. Y es cierto que se intuye una torturada vida interior, material ideal para la gran pantalla. La confusión de la propia identidad, incluso la falta de ella podría ser un gran filón. Pero la complejidad de Albert no tiene continuidad en una dirección que nos lleva por el camino del desinterés. Parece que Rodrigo García se encuentra bastante perdido fuera de la época actual.


Manuel Barrero Iglesias



jueves, 26 de enero de 2012

Taquilla España: 20-22 enero 2012

Al fin una película 'adulta' triunfa con rotundidad en la taquilla española. Los descendientes se alza con el primer puesto con una cifra superior a los 2 millones de euros. Magníficas cifras para el nuevo trabajo de Alexander Payne. En segundo lugar, un estreno opuesto. La vulgar comedia Jack y su gemela supera por poco el millón de euros. El otro estreno que entra en el Top Ten es la española Silencio en la nieve, con una cifra de 0'19 millones, en noveno lugar.

Sherlock Holmes -líder la semana anterior- cae hasta el tercer puesto, sumando casi un millón más, para un total que ya se acerca mucho a los . En cuarto lugar se mantiene sólida La dama de hierro que suma casi medio millón más a su buena carrera comercial. Por esas cifras también se mueve el Millennium de Fincher, que no ha tenido un buen mantenimiento en su segunda semana.

La segunda mitad de la tabla se mueve entre los 0,27 de Alvin y las ardillas 3 y los 0'17 de Misión imposible, que cierra la lista. La hora más oscura se desploma cayendo hasta la séptima posición en su segunda semana. Mientras, el caso de The Artist es especial. Con muy pocas salas -que su distribuidora va a ampliar después de las nominaciones a los Oscar-, la película aumenta su recaudación y entra en el Top Ten después de seis semanas en cartel. Y la previsión es que siga subiendo...



Entrevista: Michel Hazanavicius

"Cuanto más se incite al espectador a abrir su abanico de posibilidades, mejor"


Es el director de la película de la temporada. The Artist se ha convertido ya en todo un fenómeno que ha conquistado al público de medio mundo, mientras no para de cosechar premios aquí y allá. Gran triunfadora de los Globos de Oro, y favorita máxima para llevarse el próximo Oscar a la mejor película. Hasta ahora desconocido, Michel Hazanavicius ha filmado un bello homenaje al cine, recibiendo el reconocimiento mundial a sus 44 años.


Por Manuel Barrero Iglesias


Pero el director francés es un hombre afable que intenta no dejarse impresionar por los halagos: “La primera película que hice no funcionó para nada. Entonces decidí no creer lo que decían sobre mí. Pero desde entonces, solo dicen cosas buenas. Es mucho más fácil no creer lo que dicen y escucharse a uno mismo”.

Lo que no quiere decir que no disfrute con la situación que vive ahora mismo. Hazanavicius sabe que su film gusta, y hay quien incluso menciona la palabra 'envidia' para admirar su trabajo: “Estoy contento, me siento un afortunado. Cuando veo una película que me ha gustado, el mayor cumplido que puedo decir es que siento celos. Es una envidia sana. Una manera de hacernos cumplidos los unos a los otros”.

En cuanto a la comparación con Cantando bajo la lluvia, el director cree que es debido a que “los temas son bastante parecidos. Lo que me sorprende es que no haya más películas sobre la llegada del cine sonoro. Hay 15000 películas sobre Vietnam, y sobre este tema, solo una”. Entonces vuelve a incidir en lo relativo que es su éxito (en comparación con el film de Donen): “Si dentro de 50 años la gente siguiera hablando de mi película, entonces sí podría presumir un poco.”

Una película sin diálogos y en blanco y negro, ¿cuál cree que es el secreto para que conecte tan bien con el público? “Tampoco es que yo tenga la clave, solo cogí el formato e intenté sacar lo mejor que yo pensaba que me podía dar. Vivimos en una época en la que la gente tiene muchos medios para ver películas. Están muy abiertos a recibir distintos formatos. Han visto éste, y les ha gustado.”

Y tanto que ha gustado. Cuando hasta los grandes maestros como Spielberg y Scorsese siguen la tendencia de rodar en 3D, es el homenaje a lo añejo lo que triunfa. Para Hazanavicius el problema no es tanto el formato como el uso que de él se hace. “En Tintín hay un plano-secuencia de una persecución, impensable hacer de forma tradicional. Entonces, descubrimos en manos de un gran director, lo que se puede hacer con eso como herramienta. No como un juguete”

Uno de los retos que plantea The Artist es el de rodar con unos códigos que difieren de los que se usan en el cine actual. “Me gustó trabajar con estas limitaciones. Como todas, permiten cierta libertad. Se definen las reglas del juego, y dentro de esas reglas se encuentran cosas nuevas. Y el formato me gusta mucho, por la manera en la que trabaja con el público. Una de las grandes lecciones en el cine es la de Fritz Lang en M, el vampiro de Dusseldorf, en la secuencia del asesino que lleva la niña al jardín, y la cámara sigue el movimiento de la pelota. El público se pregunta cómo la ha matado, y cada uno proyecta su peor fantasma. Cuanto más se incite al espectador a abrir su abanico de posibilidades, mejor. Y el cine mudo es un vehículo ideal para esto. Cada espectador va completar todo con su imaginación. Va inventar la voz del actor, un universo para cada decorado, los colores…lo hará mejor que yo, porque lo hará con su propia imaginación”.

Una curiosidad que despierta el film es cómo se trabaja con los actores. Cuando abren la boca, ¿dicen lo que estamos viendo? “La mayor parte del tiempo, sí. A veces, cambiaba el diálogo después, incluso el sentido, para que funcionara mejor. Y luego hay actores, como John Goodman, a los que les encanta improvisar. Pero no quería dar diálogos a los actores antes, porque si les das un texto, van a querer trabajar sobre él. Y no querían que trabajasen algo que no fuera a estar en la película”.

Otra de las sensaciones de la película es la actriz Bérénice Bejo, con la que está casado el director. “Le pedía a Bérénice que improvisara, quería que hablara mucho. No quería limitarla demasiado”. Y entre los actores americanos, un curioso cameo, el de Malcolm McDowell. “Siempre me ha encantado como actor. Me encontré con él después de tener ya el casting, y le dije que solo quedaba esa pequeña aparación, y aceptó. No deja de ser irónico que McDowell sea un extra y Bejo la estrella” (la secuencia en la que coinciden en el film, los roles están invertidos).

HBO: Capítulo 4. A DOS METROS BAJO TIERRA



Creada por: Allan Ball.
Fecha de emisión: 2001 – 2005.
Número de temporadas: 5 temporadas.
Reparto: Peter Krause, Michael C. Hall, Lauren Ambrose, Frances Conroy, Rachel Griffiths, Freddy Rodríguez, Jeremy Sisto, James Cromwell, Lily Taylor, Richard Jenkins, Rainn Wilson.



Uno de los productos más populares de la cadena, una serie que tiene como piedra angular la muerte y en torno a ella se desarrollan las vidas de sus protagonistas. Un drama familiar alejado de lo común, a mucha distancia del producto televisivo que se estila en las cadenas generalistas; una obra cargada de humor negro que afronta vida y muerte con la misma naturalidad.

La muerte del cabeza de familia obliga a su hijo mayor a hacerse cargo del negocio familiar, una funeraria en la que trabaja su hermano, un homosexual que teme hacerlo público, y en la que colaboran su madre y su hermana pequeña. La extraña relación de los protagonistas con la muerte condiciona su relación con los demás y, sobre todo, entre ellos mismo. La figura del padre muerto será de capital importancia durante toda la serie, marcando la evolución de los personajes, especialmente la del hermano mayor, el cual buscará la aprobación de su padre aun estando este muerto a la vez que trata de conocerle mejor.

Además de por la temática de la serie, la clave de su éxito se basa en unos guiones de gran inteligencia que afrontan las problemáticas familiares desde un prima distinto al habitual, mostrando relaciones marcadas por los traumas infantiles, la muerte, la relación con los progenitores o por lo intolerante de la cultura americana.

Uno de los elementos que hicieron famosa a la serie en un primer momento era el hecho de que cada episodio comenzase con una muerte, la mayoría de ellas poco convencionales. A partir de ahí se desarrollaba el capítulo, a veces dándole importancia a la historia relacionada con dicha muerte y otras desarrollando simplemente las tramas familiares pero con una cierta relación conceptual con la muerte en cuestión. En el fondo la estructura es medianamente parecida a las serie de caso por capítulo como C.S.I., pero en la serie que hoy nos ocupa es simplemente una excusa para desarrollar las tramas principales.

Mención especial a su fantástico reparto, uno de los más compactos que yo haya visto en una serie. Desde los geniales James Cromwell, Frances Conroy y Richard Jenkins, actores veteranos de solvencia más que demostrada, pasando por actores que hasta ese momento eran poco conocidos pero que la aparición en la serie catapultó su carrera en mayor o menor medida como Peter Krause (Dirty Sexy Money, The lost room o Parenthood), Michael C. Hall (Dexter) o Freddy Rodríguez (La jóven del agua, Bobby o Planet terror).

Para finalizar me gustaría destacar el espléndido final de la serie, broche de oro para una quinta temporada que recuperaba la calidad de las tres primeras tras una cuarta que flojeó ligeramente, y que no hizo más que agrandar la leyenda de esta gran serie que tiene el que considero es el mejor final jamás rodado en televisión.

David Sancho
 
 
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