Tres directores de prestigio para cerrar el festival. El griego Yorgos Lanthimos se dio a conocer con la turbadora Canino. El ruso Andreï Zviagintsev consiguió el prestigio gracias a su opera prima El regreso. También con su primera obra (Hunger) deslumbró el británico Steve McQueen. Shame es su excelente segunda película, en la que vuelve a mostrar su maestría tras las cámaras. De ella ya hablamos en la correspondiente crónica de San Sebastián.
Alps
Lanthimos juega de forma parecida a como lo hizo en Canino, con sus situaciones extremas y comportamientos disfuncionales. La premisa ya deja bien claro ante qué material nos encontramos. Una peculiar empresa formada por cuatro personas cuyo trabajo es hacerse pasar por personas fallecidas recientemente durante algunas horas a la semana, siempre a petición de los allegados. Es decir, una forma de explotar el dolor haciendo más llevadera la pérdida de un ser querido.
Esto le sirve al director para hacer un nuevo implacable retrato sobre las relaciones humanas en el mundo actual. De nuevo, una desoladora película que no deja nuestra especie en demasiado buen lugar. Algo menos certera que su anterior trabajo, sigue manteniendo esa mirada inquietante.
Elena
También de miserias humanas nos habla Zviagintsev, aunque éstas son bastante más mundanas. El dinero, la familia, la muerte, la evasión de responsabilidades...son algunos de los temas que con delicada sutileza trata el director ruso.
La narración es pausada, y la dirección se toma su tiempo para mostrarnos la cotidiano y lo excepcional. Largos planos en los que la cámara toma distancia con sus personajes a los que observa con bastante frialdad. A todos, menos a la Elena del título, cuyo retrato resulta hasta cálido.
Manuel Barrero Iglesias
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