3/10
Eva (España, 2011).
Dirección: Kike Maíllo.
Intérpretes: Daniel Brühl, Claudia Vega, Marta Etura, Alberto Ammann, Lluís Homar.
Guión: Sergi Belbel, Cristina Clemente, Martí Roca, Aintza Serra.
Música original: sSacha Galperine, Evgueni Galperine.
Fotografía: Arnau Valls Colomer.
Montaje: Elena Ruiz.
Idioma: Español.
Duración: 94 minutos.
Sin alma
Hasta cuatro guionistas firman como tales en esta película. No me fío demasiado cuando tanta gente participa en la creación de una historia. Hay más que honrosas excepciones (el magnífico guión de Toy Story es obra de nada menos que siete personas), pero no suele ser buena señal que mucha gente ande metida en el proceso de creación.
Y ahí tenemos una de las grandes debilidades de Eva, su guión. Empezando por unos diálogos de saldo que intentan emular el clásico cine de réplicas ingeniosas. Aunque lo único que consiguen provocar es vergüenza ajena. Pero tampoco es nada brillante el desarrollo argumental. El retorno del hijo pródigo, o el triángulo amoroso que enfrenta a dos hermanos…es todo tan previsible. Hay tan poca imaginación. Eso, por no hablar del hecho que desata la tragedia, forzado hasta el límite de lo inverosímil.
Muchos alabarán Eva por ser algo "distinto" dentro del cine español. Por su apariencia de ciencia-ficción bien cuidada, de película de género con (supuesta) "alma". Nada más lejos de la realidad. El film es un refrito de esto y lo otro. Hace ya muchos años que Kubrick empezó un proyecto que Spielberg acabó convirtiendo en Inteligencia Artificial. Ahí sí que había una verdadera reflexión sobre la tecnología y los sentimientos. En lugar de trucos baratos para sorprender al espectador con el giro de guión de turno.
Si es que hasta la relación entre Eva y Álex es una mala copia de la que mantenían los personajes de Natalie Portman y Timothy Hutton en Beautiful Girls (Tedd Demme, 1996). Desde el primer encuentro hasta el patinaje en la nieve. Con un agravante, la interpretación de Claudia Vega deja mucho que desear (Daniel Brühl, cumple sin más). Ella debería ser la encargada de iluminar la pantalla, pero consigue todo lo contrario. Del pobre Alberto Amman y su insulso personaje, mejor no hablamos.
Se agradece entonces la presencia del siempre magnífico Lluís Homar. El único personaje divertido y que respira un poco. Un robot casi caricaturesco, pero que contiene mucha más verdad que los humanos que pueblan el film. Ahí está una de las pocas (y pequeñas) reflexiones que se vislumbran en Eva. La autenticidad de los sentimientos robóticos frente a la mecanización humana.
Pero como todo atisbo de discurso con interés en este film, queda aplastado en detrimento de una historia de amor trasnochada que no interesa lo más mínimo. Al final, lo que podría haber sido una excelente película, se queda en un simple divertimento que satisfará a los menos exigentes, y a aquellos que suelen utilizar esa frase tan detestable: "para ser española, está bastante bien".
Si es que hasta la relación entre Eva y Álex es una mala copia de la que mantenían los personajes de Natalie Portman y Timothy Hutton en Beautiful Girls (Tedd Demme, 1996). Desde el primer encuentro hasta el patinaje en la nieve. Con un agravante, la interpretación de Claudia Vega deja mucho que desear (Daniel Brühl, cumple sin más). Ella debería ser la encargada de iluminar la pantalla, pero consigue todo lo contrario. Del pobre Alberto Amman y su insulso personaje, mejor no hablamos.
Se agradece entonces la presencia del siempre magnífico Lluís Homar. El único personaje divertido y que respira un poco. Un robot casi caricaturesco, pero que contiene mucha más verdad que los humanos que pueblan el film. Ahí está una de las pocas (y pequeñas) reflexiones que se vislumbran en Eva. La autenticidad de los sentimientos robóticos frente a la mecanización humana.
Pero como todo atisbo de discurso con interés en este film, queda aplastado en detrimento de una historia de amor trasnochada que no interesa lo más mínimo. Al final, lo que podría haber sido una excelente película, se queda en un simple divertimento que satisfará a los menos exigentes, y a aquellos que suelen utilizar esa frase tan detestable: "para ser española, está bastante bien".
Manuel Barrero Iglesias
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