Dirección y guión: Carlos Sorín
Intérpretes: Beatriz Spelzini, Luis Luque, Norma Argentina, María Abadi, Hugo Pisa.
Música original: Nicolás Sorín.
Fotografía: Julián Apezteguia.
Montaje: Mohamed Rajid.
Idioma: Español.
Duración: 90 minutos.
Thriller mínimo
El cambio de registro que se anuncia en Carlos Sorín lo es, pero no tanto. Más rupturista con lo anterior se presentaba La ventana. Tras varias películas de largos viajes protagonizados por gente de bajo nivel socioeconómico, el director se encerraba en una casa para retratar los problemas de la clase acomodada.
Con El gato desaparece, Sorín sigue la senda del film que la precede. Burgueses encerrados entre cuatro paredes. Aunque en esta ocasión, el director parece que opta más por un divertimento que por la solemnidad crepuscular. Hay quien ve aquí ecos de Hitchcock o Polanski, comparaciones evidente para esta mini-intriga psicológica.
Sí, el principal inconveniente que tiene el film es su naturaleza de cortometraje. Como mucho, mediometraje. Lástima que las razones comerciales impongan sus duraciones, pero se intuye que El gato desaparece funcionaría mucho mejor con menos paja. Y es que las secuencias de terceros visitando al profesor, o las de su mujer en el exterior, no aportan prácticamente nada al conjunto.
Sin embargo, Sorín sí que consigue ir creando la tensión adecuada con muy pocos elementos. Todo el tiempo juega con la intranquilidad que sufre el personaje que interpreta magistralmente Beatriz Spelzini, y con la desaparición de un gato. Es todo lo que le hace falta al autor para mantener un alto nivel de tensión contenida.
Y si excelente es el trabajo de Spelzini, el de Luis Luque es toda una lección interpretativa. Es capaz de relejar en todo su esplendor la ambigüedad de un personaje que no sabemos por dónde va a salir. Y, de fondo, cuestiones como la confianza en la pareja. Y el miedo, tanto más aterrador, cuanto más conocido es el sujeto que lo provoca.
Al final, estamos ante un curioso ejercicio de estilo. Una película que se agota en sí misma, y que no llega a la altura de sus referentes. Pero que nos muestra la maestría de Sorín, también en el thriller. A pesar de su discutible final.
Manuel Barrero Iglesias
Coincido. Buen análisis.
ResponderEliminarLa toma final de los lentes se vuelve un elemento un tanto grosero en el contexto de la película. Me pregunté cómo se le pudo escapar a Sorín este detalle mientras lo veía.
Por otra parte me parece que Luque no necesita realizar una actuación que lo exija, la tensión está dada desde el personaje de Spelzini. Beatriz podría convivir en este caso con una planta de inetrior y nos la haría sentir como potencialmente peligrosa.
ResponderEliminarEscenas que restan un poco: 1) La visita de los alumnos. 2) La caída de la rata del techo. (Rata perezosa. Menos mal que se despertó Beatriz del sueño rápidamente).