Cine indie americano
Un (casi) recién llegado y todo un veterano. Gareth Maxwell Roberts va por su segunda película. Monte Hellman es ya un mito cercano a los 80 años. Ambos realizan películas con muy bajo presupuesto. Y con desigual resultado.
The Mortician
El ambiente es post-apocalíptico. El personaje principal parece atrapado en los 50. Y el resto de personajes en los 80-90. Esta indefinición temporal es lo más (casi lo único) interesante de The Mortician. Desconcertante ubicación en el tiempo para una película con una atmósfera opresiva. O más bien depresiva.
Porque sí, la concepción inicial es mucho más prometedora que un desarrollo totalmente trivial y convencional. Una mortecina sucesión de clichés y trucos baratos de guión que acaban enterrando lo que de interesante pudiera tener este trabajo.
Tampoco ayudan unas interpretaciones bastante penosas, y una música original que es de lo peor que uno haya escuchado en la gran pantalla. Si tenemos en cuenta que el guión parece escrito con el manual delante, la suma de todos los elementos convergen en un resultado final desastroso.
Y una vez más, el cada vez más detestable 3D presente. No entiendo nada.
Road to nowhere
El grueso de la carrera de Monte Hellman se desarrolló en los 60 y 70. Pero es de unos año a ahora cuando se le está reivindicando como un autor de importancia. Retrospectivas y homenajes se han ido sucediendo para el director de El tiroteo o Carretera asfaltada en dos direcciones.
Hacía más de 20 años que no dirigía un largometraje y a sus casi 80 años de edad, se ha sacado de la manga una película con la que intenta aportar su granito de arena a la revolución técnica que está viviendo el cine en los últimos años. Y es que Road to nowhere está íntegramente rodada con una cámara fotográfica Canon.
Al igual que David Lynch, Hellman se preocupa por los nuevos formatos y experimenta con lo que la tecnología ofrece. Gente inquieta que no pierde la curiosidad. Y no sólo eso comparte este film con el último Lynch. También hay una coincidencia temática, y es que Hellman también se acerca a los entresijos de Hollywood. Y no de forma amable, desde luego.
No llega esta obra a la maestría de trabajos como Inland Empire, pero hay que saber valorar la vuelta al cine de uno de los grandes maestros del cine de guerrilla.
Manuel Barrero Igesias
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