Maratones
En un festival como Sitges no pueden faltar las maratones nocturnas. Cine ininterrumpido. Dos, tres, o incluso cuatro películas consecutivas. Sin descanso. Asistir a este festival y no asistir a alguna significa no ver la totalidad del mismo. Las propuestas más bizarras encuentran aquí su sitio. Comentaremos algunas de las películas vistas en estas sesiones.
Ver una película como la dirigida por Oh Young-doo nos reconforta especialmente a aquellos que tenemos debilidad por los presupuestos bajos, y el cine como pasión antes que como oficio. Tras un prólogo desternillante, la película da un inesperado giro que traslada la acción a casi una sola localización. No es fácil hacer eso con un film de género, que tiene como protagonistas a un superhéroe y a un alien.
Pero no se queda ahí la cosa. En esa voltereta genial, Invasion of the Alien Bikini funciona como surrealista comedia romántica/sexual. Un sorprendente giro intimista que se sumerge en el absurdo más gratificante. Lástima que la parte final no esté a la altura del resto, dejando así un peor sabor de boca del que debiera.
Estamos ante una película que hace de la modestia su mayor virtud, y que encierra en su interior bastante más de lo que su superficial apariencia parece indicar.
-Karate Robo-Zaborgar
Basada en una serie de los 70, la película de Noboru Iguchi es otro soplo de aire fresco, con una primera mitad divertidísima y autoparódica hasta el extremo. Nunca se toma en serio, y bien que se lo agradecemos. La segunda parte está mucho menos inspirada, y al film le sobran minutos.
-Little Deaths
Demencial película por capítulos, sin pies ni cabeza. Demencial, en el peor sentido de la palabra. Tres directores británicos dirigen cada uno un episodio. Tres cuentos del horror, en los que el sexo también está bastante presente. El mejor es el primero de ellos, un fragmento que logra mantener la tensión a duras penas, y que no tiene mucho sentido más allá del giro final. Bastante efectivo, pero algo forzado. Las otras dos historias no hay por donde cogerlas, especialmente la segunda, un auténtico desvarío en el que nada tiene sentido, llegando a mezclar a los nazis.
-The Theatre Bizarre
Otra película episódica. En esta ocasión, son siete los capítulos que la componen. Si exceptuamos el primero de ellos, el resto son totalmente prescindibles. El exceso de solemnidad en muchos casos repercute negativamente en unas historias que tampoco tienen tanta entidad por sí mismas. Por ello, el más caricaturesco de ellos es el único que realmente funciona.
Manuel Barrero Iglesias
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