Las frívolas, aunque cinéfilas, siempre estamos al tanto de la realidad que nos cerca, aprisiona y tortura, por lo que, por mucho que me haya empapado en los últimos días con la bellísima Largo domingo de noviazgo, la irregular Mildred Pierce y las novedades que me ofrecen Boardwalk Empire (sigue igual de floja), House (ya no saben cómo terminarla), Modern family y The big bang theory (no pierden su nivel de obras maestras de la comedia), el fenómeno de la boda de la Duquesa de Alba y Alfonso Díez (o como yo lo llamo cariñosamente 'The walking dead’) me ha atrapado. La actualidad manda. ¿Que por qué no hablo entonces de la crisis? Porque no me da la gana, leñe, que ‘pá’ eso soy frívola, no Paul Krugman (único Premio Nobel de Economía que conozco y que mola porque sale en Todo sobre mi desmadre, toma ya).
No voy a comentar que la novia estaba tan guapa como ET después de pasar por el estilismo de Drew Barrymore (no me dirán que no se parece), ni que el baile que se marcó Cayetana hace que los zombies de Romero parezcan Isadora Duncan; tampoco voy a llamar chulazos a los hermanos Rivera, ni a pedirle a Rodrigo Cortés que me entierre con ellos en una caja. Ni siquiera voy a vomitar sobre la afirmación de la prensa del hígado (¿dónde tienen el corazón?) de que el afortunado recién casado se parece a Sean Penn, que está estupendo. Sí, viviendo en Dueñas sin dar palo al agua yo irradiaría una 'estupendez' que ni la Bellucci... ¿Sean Penn? Por el amor de Dior, si ese señor, duque o lo que sea, tiene la gracia donde la perdió Lars Von Trier. En el ojete, vamos.
Yo voy a hablar, desde lo que me toca, el cine, lo único que me mantiene cuerda en esta vida (y miren la de pamplinas que escribo), de la señoras que se pirran por los jóvenes; que me parece estupendo, siempre que te quieran por lo que eres, con tu pelo de estropajo, tu cara de pez globo fumado, tu cuerpo intransitable y tus andares por espasmo. No por vivir de lujo en un palacio idem y te estoy hablando a ti, Joe Gillis, que mira cómo terminaste.
Y es que repasando mi memoria cinéfila sobre señoras (económicamente) potentes a las que chulean, valgan la redundancia, chulazos (físicamente) potentes es inevitable recurrir a Norma Desmond en Sunset Boulevard, grandilocuentemente conocida en España como El crepúsculo de los dioses. Salvando las distancias con nuestro rancio abolengo, la historia, como sabrán y si no ya pueden enchufarse al DVD antes de que los fría a spoilers, trata de una actriz en decadencia que 'adopta' a un joven guionista en apuros, el mencionado Joe Gillis, que le trae nueva ilusión, aparte de porque es el tremendísimo William Holden, porque le promete un regreso rutilante al cine. Inevitablemente ella (maravillosa Gloria Swanson) se encapricha del muchacho, quien se deja querer (económicamente, principalmente) hasta que se enamora de otra, sobra decirlo, más joven y mona. El trágico final está servido (de hecho lo conocemos por boca de la víctima desde el minuto 1) y la pitillera de plata que Desmond regala a Gillis es reveladora: lleva grabada el título de la canción que popularizó Dinah Washington 'Mad about the boy' y, efectivamente, ante el inminente abandono del chico, ella se vuelve loca.
Casos extremos y trágicos al margen, no resultaba chocante que Keanu Reeves se colara por la fantástica Diane Keaton, 20 años mayor, en Cuando menos te lo esperas y que el romance después saltara de la ficción a la vida real. También fuera de las pantallas a nadie extraña que Demi Moore, Julianne Moore, Eva Longoria o Halle Berry disfruten de parejas más jóvenes, ni que Hugh Jackman o Ralph Fiennes las elijan maduras; claro está que hablamos de mujeres estupendas en todos los sentidos, a las que aún queda mucho para llegar a la edad (y decadencia) de Cayetana de Alba. Ojalá en la tercera edad todas seamos queridas, no necesariamente por jovencitos, pero por lo que somos, no por lo que tenemos.
Consejo de frívola: Que alguien aniquile a los 'Siempre así', por favor. Tengo a mis 88 maníacos prestados a Demi Moore por ‘nosequé’ historia de su marido Ashton Kutcher con una jovencita...
Isabella Della Sicilia
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