Ayer lunes, cuarta jornada del Festival. Primera para el que esto escribe. Como no podía ser de otra forma, la bella ciudad norteña nos recibió con ligeras lluvias. También con buen cine.
Sección oficial
Y es que Terence Davies es un nombre imprescindible en el panorama cinematográfico de los últimos años, a pesar de su escasa filmografía (7 largometrajes en casi tres décadas de carrera). Hace 3 años pudimos ver (precisamente en Donostia) su hermoso documental Of Time and the City, que recibió tremendos elogios y rescató la figura de Davies para ser reivindicada en círculos cada vez más amplios.
Ahora, vuelve a la ficción con otra bella película. Bella y dolorosa. Tal cual es el amor desmedido. Irracional fuente de inigualable placer, a la vez que causa de terribles sufrimientos. Davies realiza un magnífico retrato de cómo el amor total (o lo que creemos que es eso) acaba por devorarse a sí mismo. Una película que le da la vuelta al eterno melodrama de pasiones desbordadas e infidelidades, para hablarnos del después, de qué ocurre cuando se da rienda suelta a esa pasión. Una muy lúcida reflexión que Davies llena de elegancia. Con una puesta en escena que resulta casi teatral cuando hay diálogos por medio (lo menos interesante del film), pero que se eleva como una magnífica obra cuando el director utiliza su fuerza visual para contar sin palabras; apoyándose en una excelente fotografía, y en el excepcional trabajo gestual de Rachel Weisz. The Deep Blue Sea (que contiene ecos de su gran obra Distant Voices, Still Lives) será, sin duda, una de las películas de esta edición.
También en sección oficial, Isaki Lacuesta presentaba Los pasos dobles, un experimento que comentaremos con más profundidad una vez hayamos visto El cuaderno de barro (que se verá en Zabaltegi), ya que ambas componen una especie de díptico en el que se entremezclan el pintor Miquel Barceló, el fallecido artista François Augierás, y Mali (donde Barceló pasa largas temporadas desde hace 20 años). Podemos avanzar que el film tiene unos cuantos hallazgos puntuales, fruto de esa libertad que tiene un proyecto que se va creando sobre la marcha. Una escasez de rumbo que, sin embargo, terminando llevando a la deriva a una película muy indefinida.
Interesante y tensa la rueda de prensa posterior, en la que el director no pudo ocultar su nerviosismo ante un par de preguntas incómodas. Por un lado, se le cuestionó lo poco adecuado que podría resultar que estuviera por partida doble en el Festival. Obviamente, poco tenía que decir Lacuesta ante tal cuestión, que sería más conveniente hacer a los programadores. Por cierto, nadie se ha atrevido a preguntar semejante pregunta a Kore-eda, también por partida doble en la programación.
Más agrio fue el enfrentamiento con un periodista que cuestionó como el costumbrismo en el film se impone ante la verdadera emoción. Se vivieron momentos tensos cuando el periodista abandonó la rueda de prensa, momento en el que se produjo una pequeña discusión con el director, que terminó su comparecencia pidiendo perdón.
Julie Delpy compite con su nuevo trabajo detrás (y delante) de las cámaras. Le Skylab es una muy agradable comedia familiar ambientada a finales de los 70, lo que inevitablemente le confiere cierto carácter autobiográfico. Un flashback de hora y media en el que la protagonista rememora un día de su infancia, rodeada por su familia. Dos aciertos rotundos hay que atribuirle a Delpy. Por un lado, la creación de personajes. Con un guión que a veces tiene cierta endeblez, los personajes están tan bien dibujados que sostienen por sí solos el devenir del film. Especialmente, en lo que se refiere a los infantiles, auténticos dominadores de la pantalla. Sin olvidarnos del matrimonio que forma la misma Delpy y Eric Elmosnino. Por otro lado, la excelente dirección en una película que tiene infinidad de planos en los que coincides hasta 15-20 actores, muchos de ellos niños. La francesa logra una naturalidad asombrosa, y hace funcionar una película que tiene las dosis justas de humor.
En sus declaraciones posteriores, la realizadora decía que mantenía una relación de amor/odio con la familia. Y eso se nota en este trabajo, que destila cariño y mala uva a partes iguales. Infinidad de veces hemos visto retratos de familia en la gran pantalla. No aporta Le Skylab nada especialmente novedoso, pero sí tiene la gracia de sobra para cumplir con sus aspiraciones.
Horizontes latinos
Como todos los años, San Sebastián da gran importancia al cine latinoamericano con esta sección, de la que ayer pudimos ver Todos tus muertos, delirante trabajo procedente de Colombia. Una película que habla de la situación global de un país a raíz de un episodio muy localista. Un campesino que encuentra en sus terrenos una montonera de cadáveres de los que nadie conoce su procedencia. El alcalde y la policía del lugar dan voz a una autoridad cuya única preocupación es no verse salpicados por la mierda. Con bastantes apuntes de humor negro, destacar el trabajo de un Álvaro Rodríguez hilarante.
Manuel Barrero Iglesias
ME ESTA GUSTANDO TU CRONICAS DEL FESTIVAL...ASI QUE ME QUEDARÈ POR AQUÌ PARA SEGUIR LEYENDOTE....Y TE INVITO A PASAR POR MI BLOG...
ResponderEliminarUN FUERTE SALUDO
FUS