Dirección: Joe Johnston.
Intérpretes: Chris Evans, Hayley Atwell, Sebastian Stan, Tommy Lee Jones, Hugo Weaving.
Guión: Christopher Markus, Stephen McFeely.
Música original: Alan Silvestri.
Fotografía: Shelly Johnson.
Montaje: Robert Dalva, Jeffrey Ford.
Idioma: Inglés.
Duración: 124 minutos.
Abonando el terreno
El año que viene se estrenará de The Avengers, proyecto que reunirá a un puñado de superhéroes de la Marvel, los cuales ya han sido trasladados a la gran pantalla, cada uno por su lado. A Iron Man y Hulk hace ya algunos años que los hemos visto (ambos por partida doble). Para terminar de preparar el terreno, este año han llegado Thor y este Capitán América. Ya está todo listo para ver qué es capaz de hacer Joss Whedon (que escribe y dirige) con este grupo de vengadores.
Ahí tenemos el primer problema de Capitán América. Su relevancia no va mucho más allá de ser una película introductoria. De hecho, la película adapta la primera época del cómic, aquella en la que el personaje era poco más que un instrumento de propaganda proamericana contra el nazismo alemán. La simpleza esquemática del bien contra el mal queda bien clara desde el principio. Sin ningún matiz. De un lado, la pureza del símbolo americano. Del otro, la malignidad alemana.
Eso sí, hay que reconocer la ironía que se gastan los responsables del film a la hora de presentar al ídolo en sociedad, con el ridículo espectáculo en el que se ve abocado a participar. Un toque de inteligencia que hace del inicio del film algo bastante divertido. No se puede decir lo mismo del resto de metraje, que se empeña en trasladar la saga galáctica de Geroge Lucas a la Segunda Guerra Mundial, lo cual no termina de funcionar.
Hasta ahora, las obras cumbres en las adaptaciones marvelianas tienen nombres propios: Bryan Singer y Sam Raimi, dos directores con personalidad propia, que no lo hicieron nada mal con X-Men y Spider-Man, respectivamente. La diferencia es abismal cuando tras las cámaras hay un director que no tiene mucho que aportar. Así, da la impresión de que en las dos últimas películas de Marvel, el producto está muy por encima de la figura del director, relegada a un segundo plano. Un Kenneth Branagh en horas bajísimas no conseguía que Thor se elevara en ningún momento por encima del encefalograma plano de su musculoso protagonista.
El insípido Joe Johnston (Jumanji, Parque Jurásico III) consigue poco más que un divertimento pulp bastante descafeinado. Se deja ver, pero no da mucho más de sí. Como decíamos al principio, un film hecho para preparar el terreno, y poco más. Bueno, sí que hay más. Está la sonrisa de Hayley Atwell. Pero eso ya son cuestiones más fútiles, ¿o no?
Manuel Barrero Iglesias
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