J.J. Abrams es un tipo que hace diez años era un gran desconocido, pero que en la última década ha tenido una carrera meteórica que le ha convertido en uno de los personajes más importantes de la televisión, éxito que va trasladando rápidamente a la gran pantalla.
Comenzó como guionista de películas de medio pelo como A propósito de Henry, Eternamente joven o Armageddon, y de la relativamente interesante, la primera hora es bastante entretenida, Nunca juegues con extraños. Posteriormente inició su carrera televisiva con la irregular, aunque muy conocida, Felicity, serie que, aunque no le hizo famoso, le permitió afrontar proyectos más ambiciosos.
Su primer éxito televisivo fue Alias, una serie que por nuestro país ha pasado siempre sin pena ni gloria, pero que supone un referente del género y, sobretodo, una gran fuente de inspiración para los futuros proyectos televisivos de Abrams, ya que Perdidos y Fringe están repletos de referencias a ella. La historia de la agente del F.B.I. Sydney Bristow, interpretada por Jennifer Garner, es una mezcla de thriller y ciencia ficción que nos dio dos temporadas geniales, pero que acabó bajando el nivel en las dos últimas, justo cuando Abrams dejó de estar especialmente involucrado en ella.
Tras la infravalorada Alias, o más bien mientras que ésta decaía, Abrams se embarcó en su proyecto más exitoso hasta la fecha, Perdidos. El éxito de la serie fue tremendo, y no precisamente por sus audiencias en Estados Unidos, donde no estaba entre las más vistas, sino por lo entregados que fueron sus fans y por esa aura de serie de culto que tuvo desde sus inicios. Una serie con una media de espectadores que no solía superar los diez millones de espectadores, por lo menos en su última etapa, pero que mediáticamente era portentosa, siendo una de las serie más descargadas y una de las emitidas en mayor número de países. El problema, como en casi todas las series de Abrams, es que cuando él empezó a desvincularse del proyecto, este empezó a decaer, opinión personal que será discutida por muchos fans de la serie, ya que ninguno de sus colaboradores habituales, Alex Kurtzman y Roberto Orci a la cabeza, consigue los resultados en solitario que consiguen cuando están capitaneados por Abrams. Al final, la serie decepcionó a muchos con un final inesperado por insulso y facilón que no hacía justicia al conjunto de la serie.
En los últimos años de Perdidos, Abrams creó para la Fox la serie Fringe, serie de ciencia ficción que fue rápidamente relacionada con la mítica Expediente X, aunque, en mi opinión, son muchas más las similitudes con Alias. Fringe pasa actualmente momentos difíciles, con audiencias bajas que auguran un final no muy lejano para la serie, la cual se sustenta en unos fans muy entregados. Lo cierto es que Fringe es una serie complicada, una serie que comenzó siendo un producto al uso, de esos en los que se resuelve un caso por capítulo, pero que ha acabado creando un universo propio episodio tras episodio, haciéndose grande temporada tras temporada, con unos actores cada vez más cómodos en sus papeles, destacar la genialidad de John Noble y el extraño encanto de Anna Torv, apuntando todo a que la serie será cancelada justo cuando esté en su mejor momento.
También en medio de Perdidos, Abrams creo las series Seis grados para la ABC y Undercovers para la NBC, primeros fracasos televisivos para el bueno de J.J., de las cuales no se llegó a emitir la primera temporada en su totalidad. Actualmente tiene pendientes de estreno dos nuevas series, Alcatraz y Person of interest, series que vienen avaladas por el sello Abrams, aunque tiene toda la pinta de que simplemente escribirá el piloto y supervisará la producción… ya veremos lo que pasa con ellas.
En su faceta como director de cine, Abrams también ha acabado destacando. En su primera incursión en la gran pantalla tuvo la difícil tarea de revitalizar la saga de Misión imposible tras la nefasta segunda parte dirigida por John Woo, y, aunque el resultado en taquilla no fue el esperado, lo cierto es que el resultado fue mucho más satisfactorio de lo esperado, siendo una de las películas de acción más entretenidas de lo últimos años, basando su éxito en un argumento sencillo y unas escenas de acción absolutamente espectaculares.
Tras el relativo éxito obtenido con M:I-3, Abrams se dispuso a revitalizar otra saga, esta vez una que se encontraba en una estado de decadencia mucho más agudo, la de Star Trek. Éxito en taquilla para una película que consiguió lo que parecía imposible, que los que jamás hemos tenido interés por las demás películas o la propia serie, fuésemos al cine al cine a verla y, lo que es mejor, que nos gustase.
Pendiente de estreno en nuestro país, al menos mientras escribo estas líneas, se encuentra la última película de Abrams, Super 8, un homenaje a los clásicos de Spielberg que ha recibido desiguales críticas en los Estados Unidos y unos medianamente aceptables datos en taquilla.
En la lista de futuros proyectos tiene una nueva entrega de la saga de Star Trek, como director, y la cuarta entrega de Misión imposible y la continuación de Monstruoso como productor.
Muchos proyectos pendientes, algunos de ellos muy interesantes y la certeza de que vendrán muchos más éxitos de la mano de este pequeño genio que puede marcar una época a poco que mantenga su nivel. Yo tal vez le pediría que desarrollase menos proyectos y que se centrase más en ellos, en vez de parirlos y darlos en adopción, acabando muchos en una degradación innecesaria e indigna, pero aun así no cabe duda de que Abrams es uno de los tipos importantes de Hollywood en este momentos y que se lo ha ganado por méritos propios.
David Sancho