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lunes, 25 de julio de 2011

Harry Potter y sus días de vino y rosas

  ¿Estrategia promocional? ¿Pero le hace falta al niño mago ante el desenlace de la taquillera saga? Daniel Radcliffe ha confesado a la revista 'GQ' que su verdadero enemigo todo este tiempo no ha sido Lord Voldemort (mi amado Ralph Fiennes, ¿por qué te extirparon tu maravillosa nariz?), sino el alcohol. Según ha declarado, antes de cumplir los 20 más que Harry Potter era Obélix zambulléndose en una marmita de espirituosa poción mágica...

Tras años de despiporre en fiestas promocionales y demás eventos que querían contar con el mismísimo Harry Potter, su novia le ayudó a coger el camino recto y a sus 21 dice que ya apenas sale, que se queda en casa leyendo y, supongo yo, bebiendo Nestea. Chico, ni tanto ni tan calvo, que traducido en lenguaje cinéfilo resulta ni Charlie Sheen ni los monjes de De Dioses y hombres. Habrá que ver qué entiende el lacio de Radcliffe por beber; vale, es inglés, con lo que su presteza en la materia está asegurada, pero dudo que consuma en una semana lo que Paquirrín en una noche en la que ande flojo...

Y es que ya no hay glamour alcohólico. Comparen: Mel Gibson, David Hasselhoff y Lindsay Lohan (y dejo de lado a Sheen que ya le estoy dando mucha brasa y su padre me cae muy bien) contra Peter O'Toole, William Holden y Liza Minelli. Borrach@s ilustres hay poc@s de un tiempo a esta parte y, aquellos que tuvieron problemas con la botella, afortunadamente, viven sobrios para contarlo, como Robin Williams (entrañable con su hija Zelda en un reciente anuncio para Nintendo) o Morgan Freeman.

Quizá veamos con la distancia que las juergas de las Paris Hilton y compañía de hoy en día no distan tanto de las bacanales que protagonizaron en su época el Rat-Pack de Sinatra, Dean Martin, Peter Lawford y Sammy Davis Jr, de las memorables borracheras a dúo de Humprey Bogart y Lauren Bacall o de los desfases de Errol Flynn, con recitales de piano sin usar manos ni pies... Pero, insisto, no hay comparación posible con la mediocridad que padecemos hoy en día. Sí, los últimos siete nombres de este párrafo podían ser igual de sinvergüenzas y golferas que los memos de la actualidad, pero con talento.

Los chavales a los que la fama llega rápido y de forma desproporcionada suelen acabar bebiéndose hasta el agua de la plancha en el mejor de los casos. Cacareados casos son los de Macaulay Culkin y Drew Barrymore, esta última vivito ejemplo que los peligros sucesorios del alcohol: su abuelo fue el portentoso actor John Barrymore, tan incapaz de dejar la bebida que en un retiro a bordo de un barco acabó con el síndrome de abstinencia chupando el líquido del motor. Parece que aquellos dos rubillos que nos regalaron interpretaciones en estado de gracia infantil, han encarrilado su vida (que no su carrera profesional, aunque, bueno, el mundo no se pierde demasiado) y lo de Radcliffe no dejará de ser una mera anécdota, días pasados de vino y rosas, siempre que la sombra de Harry Potter no sea alargada.

Otros niños prodigios no tuvieron tanta suerte. Brad Renfro, que se dio a conocer en El cliente falleció a los 25 de una sobredosis de heroína. Y, mucho me temo, han sido los excesos los culpables de que Amy Winehouse, de tan sólo 27 años nos haya dejado a los amantes de la buena música desconsolados y huérfanos.

Consejo de frívola: Bebe si te apetece, pero con glamour y salvando el tipo. Si sueles rechazar los canapés en una fiesta esgrimiendo un “no, gracias, nunca como entre bebidas” (como la gran Rosa María Sarda en La niña de tus ojos), si tus amistades te llaman Sue Ellen y Richard Burton es tu modelo a seguir (y no precisamente por querer a Liz Taylor), en serio, háztelo mirar.


Isabella Della Sicilia

2 comentarios:

  1. Madre mía, la historia del motor del barco de John Barrymore me parece tremenda.

    Entiendo al pobre Radcliffe, se supone que cuando eres alcohólico, que no se si el tipo ha llegado a eso, se supone que ya no puedes volver a beber alcohol en tu vida, ni una triste cañeja, porque es una enfermedad crónica. Vamos que es una putada. A partir de ahora tendrá que tomar solomillos con coca cola y fresas con con vichy catalán... antiglamour.

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  2. No concibo la vida sin una cerveza en la mano. Así que espero no llegar a ser alcohólico, porque no tendré más remedio que seguir siéndolo siempre!

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