Dirección: Jodie Foster.
Intérpretes: Mel Gibson, Jodie Foster, Anton Yelchin, Riley Thomas Stewart, Jennifer Lawrence.
Guión: Kyle Killen
Música original: Marcelo Zarvos.
Fotografía: Hagen Bogdanski.
Montaje: Lynzee Klingman.
Idioma: Inglés.
Duración: 91 minutos.
La familia…y uno más
Por Manuel Barrero Iglesias
Es obvio que a la Jodie Foster directora le interesan las familias disfuncionales, en las que uno (o varios) de sus miembros sufre algún desequilibrio que afecta a todo el conjunto. En El pequeño Tate (1991) eran una madre soltera y su hijo superdotado, mientras que en A casa por vacaciones (1995), se atrevía con una familia mucho más amplia. Ambas, desde su modestia y falta de pretensiones, no estaban exentas de cierto encanto. La falta de pretensiones disimulaban muy bien las carencias de Foster como directora de orquesta.
Es obvio que a la Jodie Foster directora le interesan las familias disfuncionales, en las que uno (o varios) de sus miembros sufre algún desequilibrio que afecta a todo el conjunto. En El pequeño Tate (1991) eran una madre soltera y su hijo superdotado, mientras que en A casa por vacaciones (1995), se atrevía con una familia mucho más amplia. Ambas, desde su modestia y falta de pretensiones, no estaban exentas de cierto encanto. La falta de pretensiones disimulaban muy bien las carencias de Foster como directora de orquesta.
Después de más de quince años desde su última película, vuelve al mismo tema. En esta ocasión, un padre de familia incapaz de afrontar su profunda depresión. Hasta que llega un castor de trapo. Una disparatada premisa, en una obra que supone un reto algo más arriesgado. Un riesgo que se ve acrecentado por la presencia de Mel Gibson como protagonista. El también actor/director viene de pasar sus horas más bajas en el mundo del cine (por razones más que conocidas), del que ha estado apartado durante cinco años.
Aunque también tiene su lógica el haber escogido a Gibson para interpretar a alguien que ha tocado fondo. Nunca ha sido buen actor, eso ya lo sabemos. Pero podría haber resultado muy aprovechable, en la misma senda en la que Herzog convirtió en virtudes los defectos de Nicolas Cage en Teniente corrupto (2009). Y es cierto que Gibson le da al personaje el patetismo que requiere, consiguiendo algún que otro momento incluso hilarante, pero Foster no es capaz de forzar hasta el extremo a su amigo.
Y es que de eso adolece El castor, de falta de atrevimiento para ir más allá en un material que pide a gritos muchos más saltos sin red. En lugar de eso, Foster se arrima a la seguridad que ofrece el melodrama típico. El protagonista que quiere redimirse después de sus pecados. Una mujer entre desesperada y comprensiva. Un hijo mayor que choca de forma frontal con su progenitor, precisamente por su parecido con él. Y un hijo menor, cuya inocencia propicia la relación más sana y beneficiosa.
Y entonces, es cuando el elemento castor queda fuera de lugar; ya que se queda en detalle excéntrico dentro de un conjunto que va perdiendo, de forma alarmante, su originalidad a medida que avanza el metraje. Hasta la trama secundaria que introduce a otro personaje atormentado se va perdiendo en lugares comunes. Eso sí, se agradece la presencia de Jennifer Lawrence.
Hay en El Castor detalles, algún esbozo de lo que podría haber sido una gran película sobre los trastornos depresivos. Buenas intenciones y grandes ambiciones, que no siempre eluden el riesgo de caer en el ridículo, precisamente por el miedo a caer en él.
Pues si...la pelicula es ridicula...y absurda.
ResponderEliminarEsa es mi opinión! :p
Y Mel Gibson está fatal...:)
Aunque al principio es verdad que hay algún momento hasta divertido.