En la secuela de Kung Fu Panda, estrenada el pasado viernes 17 de junio, el obeso protagonista animado tiene en esta ocasión como némesis a Shen, un vetusto pavo real albino de acento británico. Gary Oldman suma así a su extensa filmografía otro personaje animado (su voz ya estuvo, entre otros films animados, en Planet 51 y en modo virtual en videojuegos como Call of duty) pero, sobre todo, oscuro y con malas intenciones.
Este británico de 53 años es un intérprete interesante; tiene el honor de haberse metido en la piel del excesivo músico Sid Vicious, del dramaturgo británico Joe Orton (emparejado sexual y trágicamente con un estupendo Alfred Molina), del shakesperiano Rosencrantz (su compañero Guildestern era en la versión de Tom Stoppard otro actor inquietante, Tim Roth), del nada probable asesino de JFK, Lee Harvey Oswald, y, por supuesto, de Drácula y Beethoven en una etapa en que ambos andaban más ocupados en enamorarse que en chupar sangre y crear geniales composiciones.